Peso: entre 3,5 y 7 kg
El Sphynx produce, desde sus orígenes, el mismo grado de afecto que de rechazo. Para sus detractores es un gato raro; sus incondicionales, en cambio, lo valoran como una excentricidad de la naturaleza. Lo cierto es que su desnudez no deja a nadie indiferente.
Los antiguos aztecas criaban por igual a perros y gatos sin pelo. Existen grabados precolombinos donde se pueden apreciar. Mucho después, en 1830 el biólogo alemán Rudolph Renger ya describía a los Sphynx en su obra “Historia natural de los mamíferos del Paraguay”. Posteriormente, en 1.902 J. Shinick de Alburquerque (Nuevo México) publicó un artículo, junto a la fotografía de dos gatos desnudos, donde relataba que la raza estaba a punto de desaparecer. Desde entonces, criadores europeos y americanos han seguido interesándose por la raza, en la actualidad está reconocida por las principales federaciones. Es un gato tranquilo y cariñoso, necesita mucho contacto físico. También es muy juguetón, le encanta saltar y trepar. En casa, se adaptará perfectamente a la vida familiar, no suele tener problemas con otros animales y se mostrará paciente con los niños gracias a su, prácticamente, carencia de agresividad. Es un gato mediano, alargado y musculoso. La cabeza angulosa, con los pómulos muy salidos. Las orejas, grandes y separadas. La nariz corta y los ojos grandes, en forma de limón. La piel forma unos pliegues en el hocico, las orejas, los hombros y las patas. El pelaje se limita a un finísimo vello de tacto parecido a una gamuza. En cuanto a los colores, se admiten todas las variedades y combinaciones.
Pese a la fragilidad de su apariencia, suele ser un gato robusto y saludable. Lo único a tener en cuenta, por su carencia de pelaje, es no exponerlo a bajas temperaturas.
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